El fin de semana vi algo que me aterró, un gran número de venezolanos pidiendo justicia a aquellos que en el 89 les rellenaron de plomo a amigos, familiares y conocidos, una escena bastante triste si se nota la gran ignorancia que muestran algunos seguidores del régimen. Esteban, Diosdado, Chacón, y todos los militares que hoy desempeñan cargos en el gobierno, actuaron de alguna manera bien por acción o por omisión en la famosa masacre conocida como el caracazo.
Fueron días espantosos, los que las quieren llamar revolución están como San Horacio, perdidos en el espacio; el desorden y el caos fue la simiente de los hechos de violencia, quienes hoy quieren darle un aspecto cívico, deben tener un cortocircuito cerebral, ninguna civilización se puede comportar de esa manera; la sangre mucha de ella inocente corrió sobre las calles de las principales ciudades del país. Lo peor de todo esto, es que esas armas han sido adquiridas para defender a la nación, no para masacrar civiles, y hasta la fecha no existen procesos judiciales que hayan llevado a la cárcel a los responsables directos de los cientos de muertos.
La izquierda de nuestro país hace una bulla cuando se dice que se abrirán los casos donde murieron tantos venezolanos y venezolanas, pero guardan un silencio cobarde cuando no se obtienen nada de las investigaciones, y los responsables andan libres y sonrientes, y en muchos casos obstaculizando lo poco que se puede hacer. Porque para nadie es un secreto que los militares que asesinaron a hombres y mujeres que soñaban con un mundo distinto, hoy ocupan altos cargos en el gobierno.
Que triste es ver la sonrisa cínica que cruza el rostro de nuestros gobernantes, cuando Juan Pendejo es llevado como cabras al corral a ejercer su espectáculo, pidiendo clemencia y justicia a sus ejecutores, y más triste es escuchar a los de verde anunciando que por fin se hará justicia.
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