La Oposición venezolana y su eterno dilema

 La gente que milita en la oposición son como locos, y me disculpan, no serán todos, pues he encontrado gente seria con propuestas decentes, que buscan construir un país, pero hay gente que se pasa de maraca. Cuando sabotearon el Sistema Eléctrico Nacional, fue tragicómico como unas señoras muy encopetadas al sentir la explosión de una sub estación, salieron a los balcones a pedir a unos imaginarios gringos, que bombardearan más lejos, donde estaban los pata en el suelo chavistas marginales. Luego en una red social observé como una señora pasaba al lado de una actividad de la Revolución, profiriendo insultos y nuestra gente no se ofendía, por el contrario, les causaba risa la retahíla de insultos, mientras yo solo recordaba a Orlando Figueras, quien caminaba por una manifestación de niños de bien y lo quemaron vivo. Y después los salvajes somos los chavistas.

Un levantador de pesas dedica su medalla a la memoria a Hugo Rafael Chávez Frías, y le han caído como moscas al excremento, lo llaman pobretón, negro hediondo, marginal y cualquier cantidad de insultos por el hecho de agradecer a quien tanto hizo por los marginados; ahora se creen españoles, raza aria, pura y cristalina, quienes por cierto no aprueban a Peleteiro la medalla de bronce porque es negra. Yo no se que estará pasando por el estiercolero que tienen en la cabeza con lo de Yulimar, porque para ellos el único que debe ser medallista es Dhers, con apellido bonito, auspiciado por Red Bull, no como la negra de Yulimar, de origen pobre y marginal.

Cuando me preguntan el por qué milito en la Revolución, es porque detesto a aquellos que salen a buscar votos y luego regresan a sus casas a bañarse con alcohol, los que se limpian las mejillas cuando reciben un beso de alguna ama de casa, como María la loca, esa gente que solo ve los barrios como trampolín para hacerse más ricos, es por eso que la Revolución no puede ser reversada, sería darle a los niños de bien luz verde para salir a quemar a todos lo que piensan distinto, sería propiciar una guerra civil como la vivida a finales de la década de 1.850 hasta 1.863, porque de algo si pueden estar seguros, no somos mochos.

 

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