¿Cuándo vamos a entender la dimensión del héroe, la grandeza del líder, el sacrificio del mártir? ¿Acaso el acerbo dolor que nos embarga -el llanto de todo un país- nos impide ver el inmenso sacrificio del gran revolucionario fallecido? Es natural y humano que lloremos la pérdida irreparable del líder supremo de la Revolución Bolivariana, pero que nuestras lágrimas sean entonces la primera muestra de nuestra gratitud inmensa, pues como nación le debemos nuestro destino al amado Comandante. Lloremos la pérdida irreparable del líder, de quien nos enseñó que defender a la Patria es el acto más sublime del amor; porque el amor a la Patria fue una de sus primeras enseñanzas.
Por eso, en su constante didáctica, el Comandante insistió en que comprendiéramos la esencia de su mensaje: Que nos mantuviéramos unidos como un solo pueblo para enfrentar juntos todas las vicisitudes que amenazan a la Patria. Y fue el Comandante Chávez quien nos enseñó que la Patria es como una inmensa tribu amenazada siempre por la codicia de los clanes -la inteligencia tribal enfrentando siempre a la astucia clánica (a la MUD y su Pentágono, que ha sido el clan más siniestro).
Pero, para poner en práctica las patrióticas lecciones del héroe y mártir -pues Chávez empeñó su vida en el cumplimiento de su deber revolucionario-, debemos emular la moral gigantesca del gran maestro de la Revolución Bolivariana. Que el llanto no nos llene entonces de nostalgia, sino que, en medio del dolor, de la drástica tristeza, reflexionemos sobre el legado del Comandante.
Entendamos que entregarnos a la concreción de su obra es ahora el más patriótico de nuestros deberes.
El legado de Chávez debe ser ahora la guía de nuestro destino como república.
Guiados desde ya por su enseñanza, convirtamos la Revolución en nuestra tarea como nación. Continuemos la lucha por consolidar el proyecto revolucionario que el Comandante concibió para nuestra Patria Latinoamericana. Superemos las pequeñeces y las rapacidades de grupo que a veces -ególatra y clánicamente- ponen en riesgo la felicidad de la Patria.
Pensemos que del mártir sólo ha fallecido el cuerpo, lo biológico del ser, pero que su entrega revolucionaria nos obliga a la honradez íntegra, a la honestidad suprema. Porque entregarse en cuerpo y espíritu al logro de la Revolución Bolivariana convierte al Comandante Chávez en el guerrero más grande de dos centurias (siglos XX y XXI) -y debemos ser dignos seguidores de su sagrado ejemplo. Ejemplo que más allá de la Patria Grande entusiasmó a los excluidos de todo el planeta. Planeta que de confín a confín oró por la salud del Comandante (creo que todo el cosmos llora hoy la desaparición física del Presidente Chávez, cuya obra ejemplar ha devuelto la esperanza a los que luchan por la total liberación del planeta).
Y es que el Presidente Chávez ha sido héroe y mártir de su propia hazaña.
Su obra inspira hoy los cambios necesarios para alcanzar la liberación del ser humano, víctima de innumerables injusticias que lo esclavizan en todo el planeta; ¿o acaso no entendemos todavía que el guerrero Chávez despertó la fe de todos los continentes donde los pobres sufren, y alertó a la humanidad para combatir contra todas las esclavitudes que impone la ambición imperial?
La Revolución Bolivariana, hasta hoy, como proceso de transformación social, ha demostrado ser el proyecto más avanzado para derrotar la injusta ambición del imperio asesino.
Chávez, con su proyecto bolivariano socialista, absolutamente antiimperial y anticapitalista, nos deja la convicción de que sin socialismo no hay democracia porque el socialismo es la única y verdadera democracia.
Rindamos entonces el mejor homenaje al gran héroe del Socialismo del Siglo XXI: Sigamos al pie de la letra las enseñanzas y convirtamos en obra concreta los sueños del Comandante. Demostremos fe a la hora de creer en la Revolución de la Patria y entreguémonos a su consolidación radical. Echemos a la basura el vicio de aspirar cargos sólo para "capitalizar" el poder.
Merezcamos ser llamados Revolucionarios. Que Bolívar, Chávez, Fidel y el Che sean lección luminosa de nuestro proceso socialista. Merezcamos ser llamados hijos del Libertador, de quien legó a la humanidad el pensamiento más alto de nuestra América.
Sigamos el ejemplo del Comandante y profundicemos la lucha contra el imperio sanguinario. Combatamos sin tregua a la muda oposición, pero no nos distraigamos con su show cotidiano (dentro y fuera del país). Por otra parte, es recomendable no pararle tanta bola a las bolas y matrices fabricadas por ese narcoclán nauseabundo llamado CNN, porque CNN es la sigla de Cocaína Nazi Nasal. Entonces, ¿hasta cuándo le daremos importancia a ese estercolero mediático llamado Globovisión? Todo el arsenal mediático de la narcoposición está tan desprestigiado que sus mentiras se estrellan contra la obra visible, tangible y palpable del Comandante Chávez. Ésa es la mejor arma para combatir y derrotar a la maligna oposición, la obra de todos y cada uno de quienes se consideren parte del Proceso Revolucionario. Porque lo que Chávez prometió lo cumplió, incluso a costa de su vida.
Sigamos construyendo a la nueva Venezuela y para ello es indispensable radicalizar la Revolución. Si nos distraemos con el show mediático del clan estercolero se retardará la consolidación del proyecto latinoamericano, por el que luchó, se desvivió y entregó su vida el mejor hijo de Bolívar.
Imitemos la ética de Chávez y seremos dignos de ser Bolivarianos. Emulemos la moral gigantesca de Chávez -su lucha indetenible, incansable- y triunfaremos. Intentemos al menos parecernos a Chávez, que entregó su vida para concretar el sueño del Libertador, del Padre de la Patria, de quien Miguel de Unamuno dijo: Bolívar es la lucha que no acaba.
0 Opiniones:
Publicar un comentario